El Espíritu fue dado a los creyentes por Dios (o por Jesucristo). Su presencia en ellos les ayuda saber que permanecen en Dios y Dios en ellos (3.24, 4.13).
También hay espíritus que vienen de Dios. Ellos confiesan que Jesucristo ha venido en la carne (4.2). Un espíritu así es un espíritu de verdad (4.6).