...y decían a los montes y a las peñas: «Caed sobre nosotros y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero, porque el gran día de su ira ha llegado y ¿quién podrá sostenerse en pie?». (6.16-17) Las naciones se airaron y tu ira ha venido... (11.18) él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; (14.10) El ángel metió su hoz en la tierra, vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. (14.19) Vi en el cielo otra señal grande y admirable: siete ángeles con las siete plagas postreras, porque en ellas se consumaba la ira de Dios. (15.1) Uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, quien vive por los siglos de los siglos. (15.7) Entonces oí desde el templo una gran voz que decía a los siete ángeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios». (16.1) La gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. (16.19) Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. (19.15) Fuente: Schreiner, Teología del Nuevo Testamento, 165