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La naturaleza de la muerte

Desde la perspectiva humana, la muerte es un misterio. No podemos saber lo que es. Hay dos opciones: o la muerte es dejar de existir - y en tal caso la muerte no es nada - o la muerte no es muerte sino la transición a otra vida. Si la muerte es tan misterioso, si no podemos estar seguros en qué consiste, ¿para qué reflexionar y conversar acerca de la muerte? El filósofo André Comte-Sponville dice que es importante pensar en la muerte y hablar acerca de ella porque la conclusión a la cual llegamos influencia toda nuestra vida y ética: «no viviremos de la misma forma ni pensaremos de la misma forma dependiendo de que creamos o no que hay 'algo' después de la muerte.» - André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 166.

El temor a la muerte

Epicteto escribió, «Lo capital de todos los males para el hombre y de la falta de nobleza y de la cobardía no es la muerte, sino más bien el miedo a la muerte.» - Citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 178.

Comte-Sponville insiste que las personas que dicen que la muerte es dejar de existir toman la muerte en serio, en contraste con las personas que creen que la muerte es una transición a otra vida. Estos últimos, según él, toman la muerte a la ligera porque no les representa una amenaza. Siendo uno de los que creen en la vida eterna, puedo decir que Comte-Sponville tiene algo de verdad en esto, y algo de error.

Por un lado, es cierto que para un Cristiano, la muerte ha perdido su aguijón. Si crees que serás resucitado y que vivirás por siempre, no temerás la muerte como alguien que cree que la muerte es el fin de su existencia. Hay personas que huyen la muerte a todo costo: evitan sacrificios que los ponen en riesgo, y pagan fortunas para evitar los peligros y extender sus vidas. El Cristiano que ha reflexionado sobre el significado de su fe no cae en este temor.

Pero por otro lado, la muerte es mucho más cargada de significado para el Cristiano, porque el Cristiano cree en el juicio final, el castigo eterno para los no creyentes, y la posible pérdida de recompensa para los creyentes. En la muerte enfrentaremos nuestro Creador y Juez, y tendremos que rendir cuentas por las obras que hemos hecho o no hecho en esta vida. En cambio, para el ateo, se cree que más allá de la muerte no hay una crisis comparable. No hay nada y ya no somos nada. El ateo teme más el momento de la muerte que la idea de estar muerto: «No es que tenga miedo de la muerte», dijo Woody Allen, «simplemente no quiero estar ahí cuando ocurra.» Según el ateo, la muerte es un alivio, es el fin de los sufrimientos de esta vida. Así que creo que se puede decir que en otro sentido el creyente toma mucho más en serio la muerte, o por lo menos, las cosas y consecuencias que acompañan la muerte, porque seguiremos existiendo conscientemente.

La inevitabilidad de la muerte

Según Séneca, la muerte llega inevitablemente: «Tienes tus preocupaciones y la vida se apresura; y así llegará la muerte, lo queramos o no acabaremos entregándonos a ella.» - Citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 174.

«Imaginemos una serie de hombres con cadenas, todos condenados a muerte. Unos son degollados cada día a la vista de los demás, los que quedan ven su propia condición en la de sus semejantes y, contemplándose unos a otros con dolor y sin esperanza, esperan su turno. Así es la condición de los hombres.» - Blaise Pascal, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 175.

«Si no sabemos morir, no hay que inquietarse; la naturaleza nos informará de forma inmediata, plena y suficiente; cumplirá con esta tarea por nosotros.» - Michel de Montaigne, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 182.

«Cada vez te alejas más rápido de los vivos. ¡Pronto te borrarán de sus listas!» - Friedrich Nietzsche, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 185.

La aceptación de nuestra muerte

«¿Qué he de hacerle? Lo que puedo, solo eso hago. Me ahogo sin miedo, sin gritar ni reclamar a la divinidad, sino sabiendo que lo que nace también ha de morir.» - Epicteto, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 188.