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A principios de 2009 investigué el tema del perdón para preparar una conferencia que impartí varias veces en iglesias presbiterianas en México. Leí los siguientes libros durante mis investigaciones: L. Gregory Jones, Embodying Forgiveness. (GR: Eerdmans, 1995), y Lewis Smedes, The Art of Forgiving: When you need to forgive and don’t know how. (NY: Ballantine Books, 1996). Jones y Smedes tienen conceptos muy distintos en cuanto al perdón, y tuve que luchar con las diferencias entre ellos. Al final mi posición quedó más cerca de la de Smedes, pero aprendí muchas cosas valiosas de Jones también. Lo que sigue es el contenido de la conferencia que resultó de mis investigaciones.


Las alternativas que tenemos cuando alguien nos lastima

Cuando alguien nos ofende o nos hace daño, hay cuatro alternativas:

  • Vengarnos con violencia verbal o física
  • Quedar con ganas de vengarnos, sin hacer nada
  • Excusar o justificar: minimizar la ofensa o tratarla como insignificativa, diciendo cosas como “Está bien”, “No fue nada”, “No te preocupes”, “Olvídalo”
  • Perdonar: tratar la ofensa como algo significativo, pero tomando la decisión de seguir amando a la persona a pesar de lo que hizo.

Cuando excusar es suficiente

Es suficiente excusar a la persona cuando el daño ha sido mínimo y cuando la ofensa no fue a propósito. En estos casos el perdón no es necesario. La persona puede decidir ignorar la ofensa y tratarla como algo insignificativo.


Cuando excusar no es suficiente

No es apropiado excusar a la persona cuando el daño ha sido grande y/o cuando la persona es culpable porque lo hizo a propósito. En estos casos el ofensor debe al ofendido, y no es cuestión simplemente de ignorar la ofensa y tratarla como insignificativa.


Por qué excusar es inapropiado en esos casos:

  • Es insincero – no podemos decir – “No fue nada” cuando sí fue algo serio
  • No toma en serio el dolor del ofendido
  • Pasa por alto la culpabilidad de la persona

El perdón cristiano es mejor que excusar en estos casos, porque:

  • Toma en serio el dolor del ofendido
  • Toma en serio la culpa del ofensor
  • Es una comunicación sincera

Nuestra definición del perdón

“El perdón es:

  • la decisión de una víctima
  • de tratar al ofensor con amor,
  • y no vengarse de él
  • por la ofensa que cometió y/o el daño que causó”

Esta definición:

  • Reconoce la seriedad de la ofensa y/o el daño
  • Se trata de acciones, no de emociones (es una decisión de cómo tratar al ofensor)
  • No depende del arrepentimiento del ofensor (es una decisión de la víctima)

Según esta definición, cuando decimos “Te perdono”, estamos diciendo, “Elijo tratarte con el amor de Cristo y rehuso vengarme de tí”.


Nuestra respuesta a otro concepto acerca del perdón

Debemos ser claros y reconocer que hay muchos Cristianos que tienen otro concepto acerca del perdón. Según ellos,

  • La víctima no perdona al ofensor hasta que el ofensor haya pedido perdón
  • El perdon que la víctima otorga al ofensor libera al ofensor de la obligación de restituir o sufrir consecuencias por su ofensa. Es como cuando hablamos de “perdonar una déuda” – la persona no tiene que pagarnos.

Pero a nuestro parecer, este concepto acerca del perdón tiene grandes debilidades:

  • Este concepto del perdón pone a la víctima como rehén del ofensor, porque la situación queda pendiente y la víctima no puede hacer nada al respecto hasta que actúe el ofensor. Nos parece más saludable para la víctima si la víctima tuviera el poder de iniciar el perdón y poner fin al asunto en cuanto a su parte, sin la necesidad de esperar al ofensor.
  • Este concepto parece dar todo el poder a los ofensores: pueden pecar y lastimar a otros libremente, y solo con decir “lo siento” – sincera o insinceramente – escapan de todas las consecuencias de sus actos, y no aprenden de sus errores.
  • Puede ser que el ofensor haya robado algo de la víctima que la víctima necesita con urgencia. Es injusto obligar a la víctima perdonar al ofensor la obligación de devolver lo que quitó.

Tres errores comunes en cuanto al perdón

  • “No he perdonado a la persona si todavía se me viene la memoria de lo que me hizo. Perdonar es olvidar.”
  • “No he perdonado a la persona si todavía lucho con la tristeza o el enojo por causa de lo que me hizo.”
  • “El perdón es injusto porque pone la víctima en riesgo de ser lastimado nuevamente por el ofensor”

Perdonar no implica olvidarse de la ofensa

Algunos Cristianos usan ciertos textos bíblicos para enseñar que el perdón implica olvidarnos de la ofensa. Ellos dicen que en estos textos, Dios mismo se olvida de nuestras ofensas:

  • “Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado.” (Jeremías 31.34)
  • “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” (Sal. 103.12)

Sin embargo, hay problemas con esta idea:

  • Es imposible que a Dios se le olvide algo, porque es omnisciente
  • A veces es imposible que la víctima se olvide de la ofensa, porque el dolor es grande o porque la víctima vive con las consecuencias todos los días. Por ejemplo, si una mujer es violada y sale embarazada, su hijo sería un recordatorio diario de la violación. ¿Cómo podemos insistir que ella no ha perdonado al ofensor si no se ha olvidado de la ofensa?
  • La memoria de la ofensa es importante, porque nos ayuda a tener cuidado de protegernos de otras ofensas en el futuro

El perdón decide, “Aunque me acuerdo de lo que me hiciste, no voy a permitir que mis memorias controlen la forma en que te trato. Elijo tratarte con el amor de Cristo, y rehuso vengarme de ti.”


El perdon no implica superar las emociones

A veces se escucha la idea de que si todavía sentimos dolor, tristeza o enojo por lo que el ofensor nos hizo, que no le hemos perdonado de verdad:

“A veces siento dolor por lo que me pasó. Parece que no he perdonado.”

“Todavía siento mucho enojo y mucha tristeza. Tengo que perdonarlo de verdad.”

Pero las emociones son involuntarias. No tenemos control sobre ellas. En casos de ofensas violentas, graves o costosas, puede tomar años para que la víctima empiece a recuperarse de la ofensa y no sentir dolor o emociones por lo que sucedió. No es justo imponer a la víctima la obligación de suprimir sus emociones. Es suficiente exigir que decida tratar al ofensor con amor y no vengarse de él a pesar de las emociones que siente.

El perdón decide, “Aunque me duele mucho, y aunque lucho con mis emociones, no voy a permitir que mi dolor y mis emociones controlen la forma en que te trato. Elijo tratarte con el amor de Cristo, y rehuso vengarme de ti.”


El perdón no implica poner la víctima en riesgo de ser lastimado nuevamente por el ofensor

Hay personas que critican al Cristianismo, diciendo que el perdón es injusto, porque obliga a los víctimas volver a la relación que tenían con los ofensores antes de la ofensa, y así ponerse en riesgo de ser lastimados nuevamente por ellos. Pero según nuestra definición del perdón, esto no es cierto. Cuando perdonamos a una persona, no implica que nuestra relación con el ofensor volvió a estar como era antes de la ofensa. La víctima tiene que hacer lo necesario para protegerse, y el ofensor a veces tiene que aceptar las consecuencias de sus actos. Por ejemplo,

  • Una esposa puede perdonar a un esposo que la haya golpeado a ella o a sus hijos. Pero eso no implica que ella va a ponerse a si misma y a sus hijos en peligro si el esposo no exhibe los frutos del arrepentimiento.
  • Una alumno puede perdonar al compañero que le robó algo de su mochila. Pero eso no implica que el alumno no debe tomar precauciones para proteger sus bienes.
  • Una iglesia puede perdonar a su pastor si éste haya cometido el adulterio o la extorción. Pero su acto de perdonarlo no quiere decir que la iglesia está obligada a volverlo a su cargo de pastor.

Nuestros actos llevan consecuencias:

  • La pérdida de confianza
  • La pérdida de credibilidad
  • La necesidad de arrepentimiento
  • La necesidad de restitución
  • Consecuencias legales
  • Consecuencias financieras

Es lícito decir “Te perdono, pero…

  • …tengo el derecho de ver los frutos de tu arrepentimiento antes de confiar nuevamente en ti
  • …tengo el derecho de insistir que me devuelvas / pagues por lo que robaste antes de seguir siendo tu amigo
  • …tengo el derecho de protegerme de tí si has sido violento conmigo
  • …tienes que aceptar las consecuencias de tus acciones
  • …has sido infiel con dinero, y no te vamos a contratar para un trabajo donde manejas nuestro dinero
  • …si no te arrepientes, vamos a excomulgarte
  • …no te vamos a regresar a tu ministerio hasta que pensemos que has cambiado y eres merecedor de nuestra confianza

La cruz de Jesucristo y el perdón

Podemos ver en la muerte de Jesús en la cruz es una perfecta ilustración de nuestra discusión acerca del perdón:

  • El perdón de la cruz de Cristo es lo contrario de la venganza: Dios tiene todo el derecho de condenarnos y castigarnos por nuestros pecados, pero escoge amarnos y rescatarnos.
  • El perdón de la cruz de Cristo es lo contrario de la excusa: En la cruz, Dios demuestra que toma en serio la gravedad de nuestras ofensa. Jesús tuvo que morir para pagar por los pecados.
  • El perdón de la cruz de Cristo no esperó el arrepentimiento del ofensor: como dice Pablo, “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo [nosotros] aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5.8)
  • Pero a pesar de que nos perdona por medio de la cruz, Dios sigue insistiendo en el arrepentimiento y el cambio. El perdón de nuestros pecados no es un permiso para vivir de una forma indebida. Es una invitación de ser transformado.

La importancia del perdón para el Cristiano

  • Jesucristo nos llama a tomar nuestra cruz también, amar a nuestros enemigos, crucificar nuestros deseos de venganza, todo con el motivo de reconciliar y rescatar al mundo perdido.
  • Cuando perdonamos, estamos mostrando nuestra gratitud por el perdón que recibimos de parte de Dios.
  • Cuando perdonamos, imitamos a Cristo, y nos conformamos más a su imagen. Nuestra vida comienza a tomar la forma de una cruz, y las personas pueden verlo a él más claramente en nosotros.
  • Cuando perdonamos, estamos mostrando al mundo el poder del evangelio para superar las barreras entre las personas.
  • Cuando perdonamos, participamos en la obra de Cristo de llevar la salvación y la reconciliación al mundo.
  • “Perdonar es liberar al prisionero y después descubrir que el prisionero eras tú” – Lewis Smedes

Textos bíblicos acerca de la importancia de perdonar

  • Dios reclama a Jonás por no desear el arrepentimiento de los Ninevitas
  • Mateo 5.38-48: La exhortación de Jesús a que amemos a nuestros enemigos
  • Mateo 6.14-15 y Lucas 6.37 demuestran que hay una conexión entre el perdón que extendemos a las personas, y el perdón que podemos esperar de Dios
  • Mateo 18.23-35: Una parábola de la hipocresía de un siervo que fue perdonado de una gran deuda, pero no quiso perdonar una deuda pequeña. La parábola fue provocada porque Pedro preguntó si debe perdonar hasta siete veces (vv. 21-22).
  • Lucas 15.11-32: El hijo mayor no quiere perdonar a su hermano menor
  • Romanos 12.17-21: Una prohibición de la venganza
  • Varias veces Pablo dice que debemos perdonar tal como Cristo nos perdonó (Efesios 4.32, Colosenses 3.13)
  • Podríamos añadir las muchas exhortaciones a que la iglesia viva en amor, paz, y unidad, y los muchos textos que prohíben el odio, los conflictos y pleitos, y el juzgar a los demás.