Si dices el nombre del alumno antes de la pregunta, los demás alumnos se dan cuenta que no tienen que contestar esa pregunta. Es mejor hacer la pregunta primero, y luego llamar a un alumno a que la conteste. Así todos serán forzados por unos segundos a reflexionar y pensar en sus respuestas. No seas rápido ni para afirmar las respuestas correctas de tus alumnos («Muy bien, correcto») ni tampoco para corregir sus conclusiones equivocadas («No, es inccorrecto. La respuesta es x»). Es mejor ayudarlos a ver su propio proceso de razonamiento, para ver cómo llegaron a la conclusión correcta o para ver los huecos en su pensamiento que causaron sus errores. En lugar de simplemente exponer sobre las afirmaciones, conviértelas en discusiones. Escribe una proposición (falsa o verdadera), y pregunta, «¿Es esta proposición siempre verdad? ¿Por qué o por qué no?» No contestes las preguntas inmediatamente. Pausa unos segundos antes de contestar.Hacer preguntas
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