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Como mencionamos en la sección sobre la armonización, es importante no predicar de una reconstrucción hipotética basada en una armonía. Dios nos dio cuatro Evangelios, cada uno con una distinta perspectiva. El predicador debe escoger su pasaje, y compararlo con los pasajes paralelos, para buscar pistas del enfoque y el mensaje particular de su pasaje. El predicador debe basar su sermón en ese pasaje, y no en una combinación de los detalles de cada Evangelio.

El predicador debe reconocer dos niveles interpretativos para los Evangelios:

  • El contexto de Jesús, sus discípulos y sus contemporáneos dentro del texto de los Evangelios
  • El contexto de los Evangelistas y las personas para quienes ellos escribieron sus Evangelios

Esto implica que nuestro sermón debe enfocarse en dos cosas:

  • ¿Qué quiso decir Jesús a sus contemporáneos?
  • ¿Qué relevancia tendría esta historia de Jesús para los Cristianos a los cuales el Evangelista escribió? ¿Por qué incluyó esta historia en su Evangelio?

El predicador debe atender al contexto literario de su pasaje. Es decir, ¿por qué Lucas ubicó este pasaje aquí, entre el pasaje anterior y el pasaje que sigue? ¿Hay alguna conexión entre estos pasajes? Por ejemplo, muchos piensan en Mateo 18.15-20 como una sección dura y severa, que se trata de castigar a las personas. Pero el pasaje anterior se trata de la búsqueda de las ovejas perdidas, y el pasaje que sigue se trata de perdonar a los que nos ofenden setenta y siete veces. Vemos que Mateo 18.15-20 no se enfoca en el castigo sino en el deseo de rescatar a las personas cuando se desvían del camino de Dios.

Además, cuando comparamos el presente pasaje con toda la historia que Lucas escribe, ¿hay alguna manera en que este pasaje avanza la narrativa? ¿Hay conexiones con algún momento anterior en la historia, o con algún momento que viene después? Por ejemplo, la ejecución de Juan el Bautista añade tensión y un sentido de peligro a la historia, y anticipa la muerte de Jesús.

Es importante evitar la tentación de moralizar, es decir, de convertir los detalles ordinarios en lecciones morales que no tiene nada que ver con el propósito del Evangelista. Por ejemplo, en su afán de buscar una aplicación, algunos predicadores toman el detalle que Jesús «fijó su mirada» en cierta persona, y lo convierte en una aplicación para hoy: «debemos fijar nuestra mirada en las personas.»

Es lícito intentar psicoanalizar a los personajes, es decir, intentar imaginar lo que pensaban y sentían en ese momento. Por ejemplo, podríamos preguntarnos, «¿qué habrá sentido Pedro mientras caminaba sobre el agua?» A veces cuando hacemos esto, descubrimos algo nuevo acerca de la historia contenida en el pasaje.

Sin embargo, no debemos dar más importancia a nuestras conjeturas hipotéticas que a los detalles y los propósitos del pasaje bíblico mismo. La pregunta importante para la interpretación es, «¿Qué quiso comunicarnos Marcos en este pasaje?», no «¿cuál podría haver sido la reacción de las personas mencionadas en el pasaje?»

Siempre debemos evitar alegorizar las narrativas de los Evangelios. Alegorizar significa descartar la realidad histórica del pasaje y hacer analogías que no tienen nada que ver con lo que sucedió en la historia. Por ejemplo, en su afán de buscar la relevancia de la narrativa donde Jesús calma la tormenta en el mar de Galilea, algunos predicadores dicen que «de igual manera, Jesús calma las tempestades que tenemos en nuestros corazones.» Pero ese pasaje nos enseña acerca del poder de Jesús sobre la naturaleza. No habla acerca de su ministerio a nuestros corazones.

Sólo debemos usar los personajes del pasaje como buenos o malos ejemplos si nos sentimos seguros de que fue la intención del Evangelista presentarlos con ese propósito. Por ejemplo, no hay duda de que Lucas contrasta las actividades de Marta y María (Lc 10.38-42) para señalar a María como un buen ejemplo. Y tampoco hay duda de que Lucas presenta a Zaqueo como un buen ejemplo en Lucas 19.1-10. Pero por lo general, los personajes mencionados en los Evangelios aparecen ahí no porque el Evangelista quiere darnos una cadena de buenos y malos ejemplos para sermones, sino están ahí simplemente porque estuvieron presentes en esa ocasión en la vida de Jesús. El enfoque de los Evangelistas está en Jesús, y las preguntas claves son, «¿Quién es Jesús?» y «¿Cómo responderé a este Jesús que encuentro en el Evangelio?»