Debemos notar el fracaso de los discípulos en cuanto a la sepultura de Jesús. Mientras los discípulos de Juan el Bautista pidieron el cuerpo de Juan para sepultarlo, los principales discípulos de Jesús no lo hicieron. Además, todos los Evangelios concuerdan que las mujeres tuvieron más valentía que los discípulos, porque estuvieron presentes cuando Jesús murió y cuando fue sepultado. Según los Evangelios, José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús y, con la ayuda de Nicodemo, lo sepultó en su propia tumba (Mateo 27.57-61, Marcos 15.42-47, Lucas 23.50-56, Juan 19.38-42). Los Evangelios nos dan algunos detalles interesantes acerca de José de Arimatea: Hay una distinción entre la práctica romana y la práctica judía en cuanto a las sepulturas y los entierros. Mateo 27.62-66 nos dice que los líderes religiosos pidieron a Pilato que asignara guardias para asegurar de que los discípulos no robaran el cuerpo de Jesús. Juan presenta la sepultura de Jesús como la sepultura de un gran rey: Es fascinante notar que Hechos 13.29 da la impresión que fueron los enemigos de Jesús que sepultaron a Jesús. Actualmente hay dos sitios en Jerusalén que pretenden ser la tumba de Jesús, la Iglesia del Santo Sepulcro, y la "Tumba del Jardín." Green, J. B., «Burial of Jesus», en Dictionary of Jesus and the Gospels. Ed. por Joel B. Green y Scot McKnight. Downer's Grove, IL: InterVarsity Press, 1992.
«Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte;»