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Definiciones del amor

«El amor no es sino la alegría, acompañada por la idea de una causa exterior.»

Baruch Spinoza, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 25.

«Amar es regocijarse por la felicidad del otro.»

Gottfried W. Leibniz, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 33.

«Amar es encontrar nuestra riqueza fuera de nosotros mismos.»

Alain, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 34.

“…el amor cristiano pertenece más a la esfera de la acción que la de la emoción. No es una pasión involuntaria e incontrolable, sino un servicio desinteresado emprendido por una decisión deliberada.”

John R. W. Stott, The Letters of John. (Grand Rapids: Eerdmans), 209

En dos lugares el libro 1 Juan nos define el amor bíblico como la disposición de sacrificar algo de nosotros para el bien de otras personas, tal como Cristo hizo por nosotros en la cruz:

  • 1 Juan 3.16: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.”
  • 1 Juan 4.9-10: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”

El amor como la cima de la moral

En 1 Corintios 13.13 Pablo dice que el amor es mayor en importancia que la fe y la esperanza. ¿Por qué dice esto? Porque el amor es la única de estas tres cualidades que necesitaremos en la vida eterna. En la eternidad ya no necesitaremos fe, porque nuestra fe se habrá convertido en vista. Y en la eternidad no necesitaremos esperanza, porque ya tendremos lo que esperamos. Pero siempre necesitaremos amor, porque seguiremos amando a Dios y a nuestros prójimos.

San Agustín dijo, «Ama y haz lo que quieras.» Es decir, si amáramos perfectamente - a Dios, a nuestro prójimo, a nosotros mismos - no habría necesidad de otras reglas o mandamientos, porque ese amor perfecto sería una guía que no nos permitiría desviarnos de la voluntad de Dios, no nos permitiría pecar contra Dios o contra los demás.

“En su comentario acerca de Gálatas 6.10 Jerónimo relata un cuento famoso acerca del ‘bendito Juan el evangelista’ en su avanzada edad en Éfeso. Era llevado a la congregación en los brazos de sus discípulos y fue incapaz de decir nada excepto “Hijitos míos, améis unos a otros.” Al final, cansados porque siempre decía las mismas palabras, le preguntaron: “Maestro, ¿por qué siempre dices esto?” “Porque,” replicó, “es el mandamiento del Señor, y si sólo se hiciera esto, sería suficiente.”

Traducción de Stott, The Letters of John. (Grand Rapids: Eerdmans) 53.

“El amor no es uno de los elementos de la vida cristiana, es el elemento.”

Juan Carlos Ortiz, Discípulo, 47.

El amor como el cumplimiento de la ley de Dios en el NT

Jesús y casi todos los autores del Nuevo Testamento afirman abiertamente que el amor es el cumplimiento de la ley de Dios del Antiguo Testamento:

Jesús en Mateo:

Mateo 22.39: “Jesús le dijo: – “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.”

Jesús en Marcos:

Marcos 12.29-31: “Jesús le respondió: – El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Este es el principal mandamiento. El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que estos.”

Pablo:

Romanos 13.9-10: “«No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor.”

Gálatas 5.14: “porque toda la Ley en esta sola palabra se cumple: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».”

Santiago:

Santiago 2.8: “Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», bien hacéis.”

Juan:

2 Juan 5: “Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.”

El amor deficiente

René Descarte encuentra una diferencia entre el amor de un violador y el amor de un padre hacia sus hijos: el violador, «siente amor por la posesión de los objetos hacia los que se dirige su pasión y no por los objetos mismos» mientras el padre «no desea recibir nada de ellos y no los desea poseer ni estar unido a ellos más estrechamente de lo que ya está, todo lo contrario, al considerarlos algo ajeno a sí mismo persigue su bien de la misma forma que el suyo propio...prefiere con frecuencia los intereses de ellos a los suyos y no teme perderse para salvarlos.»

René Descartes, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 27.

¿Se puede exigir el amor?

«El amor es una cuestión de sentimiento no de voluntad, y no puedo amar porque quiera, pero menos aún porque deba (ser coaccionado para amar); por tanto, una obligación de amar es un disparate [...] lo que se hace por imposición, no sucede por amor [...] cuando se dice 'Ama al prójimo como a ti mismo' no significa que debas amar inmediatamente (primero) y hacer el bien (después) por intermediación de ese amor, sino que debes hacer el bien a tus congéneres y ese hacer el bien hará surgir en ti el amor al prójimo...»

Emmanuel Kant, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 30.

Comte-Sponville lucha con este problema: ¿cómo puede Jesús ordenar el amor («Amarás a tu prójimo como a ti mismo»), cuando el amor es un sentimiento? Podemos controlar nuestras acciones, pero no nuestros sentimientos. Él da la ilustración de un padre, que puede decir a su niño, «Te ordeno que te comas las espinacas», pero no tendría sentido decirle, «Te ordeno que te gusten las espinacas».

Comte-Sponville dice que Jesús no ordena el sentimiento, el amor mismo, sino que actuemos como si amáramos. Jesús ordena que nos esforcemos por actuar conforme al ideal de amor cuando falta el amor dentro de nosotros. Que nos acerquémonos más hacia el amor.

Cuando sentimos amor por las personas (por ejemplo, por nuestros hijos), las acciones de amarlos surgen automáticamente de nuestro ser. Pero nos cuesta amar a las personas fuera de nuestra familia y amigos cercanos. A los miles de millones más nos cuesta amar. En estos casos, cuando no sentimos amor por ellos, el mandamiento nos empuja para tratarlos como si los amáramos.

[Añadiría yo que mientras más actuamos con amor hacia las personas, más fácilmente llegamos a amarlos de verdad.]

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte (México: Paidos, 2012), p. 21-27.

El amor y las emociones

«Amar es alegrarse; dejar de poder amar es caer en 'una depresión profundamente dolorosa, una suspensión del interés por el mundo, la inhibición de toda actividad hy la disminución del sentimiento de autoestima.' Por lo tanto, no es que haya que amar, como si el amor fuese un deber moral, sino que cuanto más amemos, más alegres estaremos...y más felices seremos.» «Que somos incapaces de realizar [el amor universal] es algo de lo que estoy convencido: el prójimo apenas es amable, o apenas sabemos amarle...la verdad verdadera es que no porque las personas sean amables hay que amarlas, sino, al contrario, porque las amamos es por lo que son, para nosotros, amables. Aquí es donde Jesús y Spinoza están más cerca el uno del otro: no es el valor del objeto amado lo que gobierna o justifica el amor; es el amor el que da valor al objeto. En el cristianismo, Dios no nos ama infinitamente porque seamos infinitamente amables; somos amables porque Dios nos ama.»

André Comte-Sponville, La felicidad, desesperadamente, 81-82.

El amor y el ego, la autoestima

«Tal es el fondo de la alegría del amor, cuando existe: sentir justificada nuestra existencia.»

Jean-Paul Sartre, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 19.

«El primer momento en el amor es que yo no quiero ser ninguna persona independiente para mí y que si yo lo fuera me sentiría insuficiente e incompleto. El segundo momento es que yo me logro en otra persona, que yo en ella valgo lo que ella en mí alcanza.»

Georg W. F. Hegel, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 33.

El amor y el interés

«El amor es el tema más interesante...porque todo interés lo presupone. ¿Le interesa especialmente el deporte? Es porque ama el deporte. [...] los demás temas miden su interés por la carga de amor que ponemos o encontramos en ellos.»

André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 11.

Filósofo André Comte-Sponville dice que no hay tema más interesante que el amor, porque si alguien dice, «No, me interesa más el dinero», eso demuestra que ama el dinero. «...ningún otro tema tiene interés si no es por el amor que encontramos en él, o por el amor que ponemos en el.»

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte (México: Paidos, 2012), p. 19.

El amor y el sentido de la vida

«Que la vida valga o no...depende ante todo de la cantidad de amor de la que somos capaces.»

Albert Camus, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 12.

La relación entre el amor y el dar y recibir

«El amor, y solo el amor, es esta divina paradoja, pues lo que da es porque lo tiene, porque es tanto más rico cuanto más da.»

Vladimir Jankélévitch, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 19.

“Aún después de todo este tiempo el sol nunca dice a la tierra, “Tú me debes.” Mira lo que sucede con un amor como aquello: ¡Ilumina a todo el cielo!”

Atribuido a Hafiz de Shiraz. http://www.flickr.com/photos/snoot/3296626972/. Traducción del autor.

Amor al enemigo

«La caridad nos prohibe odiar al malvado, pero no nos prohibe destruirlo; y si pretende que amemos al malvado con una dirección particular, es porque este amor debe acabar con su condición de malvado, de este corazón hostil debe extirpar la maldad; lo que ama en el malvado no es evidentemente el mal...sino la maldad superada, negada, transfigurada, repentinamente convertida al amor; sino el pobre hombre que hay en todo perseguidor, pero si el pobre hombre se vuelve demasiado peligroso para lo universalmente humano que hay en todos los hombres, esta amante caridad que ruega por todos los hombres, incluido esta canalla al que nos referimos, nos conmina a dejar a este canalla, sin demora alguna, en condiciones de no hacer daño a nadie.»

Vladimir Jankélévitch, citado en André Comte-Sponville, Las más bellas reflexiones sobre la vida, 32.

El amor cristiano que supera la violencia

“…el pueblo de Dios es renovado para que lleguen a ser, por fin, el sacerdocio real que vencerá al mundo, no con el amor al poder sino con el poder del amor.”

Wright, N. T. (2012-03-13). How God Became King: The Forgotten Story of the Gospels (Kindle Locations 3869-3870). Harper Collins, Inc.. Kindle Edition.

El amor y la virtud

No todos los amores son virtudes. No es una virtud amar al dinero. Sin embargo, si no amáramos a nadie, faltaríamos virtud.

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte (México: Paidos, 2012), p. 20.

Para Comte-Sponville, necesitamos las virtudes como sustitutos por el amor cuando nos falta el amor. Él da la ilustración de la generosidad:

«...cuando damos por amor, no se trata de generosidad, se trata de amor. Cuando cubrimos de regalos a nuestros hijos por Navidad, ninguno de nosotros piensa, "¡Que generoso soy!", sino más bien, "¡Cuánto los quiero!";» «...la generosidad es la virtud que consiste en dar a aquellos a quienes no amamos.» (24)

El amor toma el lugar de la generosidad y cualquier otra virtud. Cuando amamos de verdad, «no tenemos que preocuparnos por la moral.» (ibid). Lo que hacemos por deber o por moral no se hace por amor, y lo que hacemos por amor no se trata de deberes y obligaciones. Pero como no amamos como debemos, necesitamos la moral:

«¿A cuántas personas aman ustedes lo bastante como para estar liberados, con respecto a ellas, de toda obligación estrictamente moral, de todo imperativo y de todo deber?» (25)

André Comte-Sponville, Ni el sexo ni la muerte (México: Paidos, 2012), p. 24-25.