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Introducción

Hoy estamos empezando una nueva serie de sermones, una serie acerca de las parábolas de Jesús.

A partir del otro domingo estaremos predicando sobre algunas de estas parábolas. Digo algunas, porque los Evangelios incluyen como 40 diferentes parábolas. Para predicar un sermón sobre cada una, tendríamos que predicar sobre las parábolas por el resto del año. Así que hemos elegido algunas de las parábolas claves para darnos un panorama.

Hoy queremos empezar, no con una parábola sino con una descripción de las parábolas en general, y la manera en que funcionan las parábolas. ¿Qué es una parábola, exactamente? y ¿Por qué Jesús usó parábolas para comunicar su mensaje? Con estas preguntas en mente, leamos nuestro pasaje.

(lectura de Mateo 13.10-17)

Mateo 13 es un capítulo entero de lo que llamamos 'las parábolas del reino' - a través de todo este capítulo, Jesús dice "El reino de los cielos es semejante a..." y procede a comparar el reino con una variedad de cosas: con un sembrador de semillas, con una perla, con un tesoro escondido, con una red como las que usan los pescadores, y más.

Según todos los Evangelistas, Jesús contó todas estas parábolas en un solo sermón, a una gran multitud, desde un barco para que todos lo pudieran escuchar.

En v 10 los discípulos preguntan a Jesús, "¿por qué enseñas usando parábolas?" Esta pregunta seguramente fue después del sermón, después de todas las parábolas que encontramos en este capítulo, al final del día, cuando regresaron a la casa. Pero Mateo, Marcos y Lucas ponen esta pregunta, y la respuesta de Jesús, casi al inicio, para que entendamos algo del propósito de Jesús en contar las parábolas, antes de escuchar todas las parábolas. Es por eso que estoy predicando sobre este pasaje para empezar la serie de sermones sobre las parábolas.

¿Qué es una parábola?

He aquí la definición de una parábola: es cualquier comparación de dos cosas para enseñar una verdad.

La palabra parábola en griego viene de la palabra para 'echar' y la palabra para 'lado a lado.' Es cuando echas, pones, o juntas, dos cosas lado a lado para ver en qué se parecen: el reino de Dios es similar a una perla, y un pecador es como un hijo rebelando contra un Padre que lo ama mucho.

Hay parábolas que son historias. Hay parábolas que no son historias, son nada más que dichos breves. No es el formato que distingue una parábola sino su función de comparar dos cosas para enseñarnos algo importante.

Regresando a v 10, podemos imaginar un poco de frustración en la voz de los discípulos: "Maestro, cuando nos reclutaste, pensábamos que venías trayendo buenas nuevas acerca de grandes cambios para nuestro pueblo, que ibas a empezar un gran movimiento popular para cambiar al mundo. Y ahora cuando tienes la oportunidad de predicar a una multitud tan grande que tenías que subir a un barco para que todos te escucharan, usas historias de sembradores y redes que la gente no entiende! ¿Por qué no enseñas clara y directamente? ¿por qué los dejas en las tinieblas, rasgándose las cabezas, preguntándose qué exactamente querías decir? ¿Por qué desperdicias las mejores oportunidades que Dios pone en tu camino? No seas misterioso, Maestro, ¡llega al grano! ¡Habla claramente!"

A veces soñamos con la idea de transportarnos a Galilea y escuchar a Jesús directamente. Pero toda la evidencia de los Evangelios es que Jesús fue un maestro inescrutable, que decía muchas cosas que nadie entendía en el momento. En Mateo, Marcos y Lucas, fueron las parábolas misteriosas. En el Evangelio de Juan fueron dichos y acertijos que la gente malentendió, y Jesús tuvo que corregir sus malentendidos. Yo digo que somos nosotros que tenemos una gran ventaja sobre las multitudes que escucharon a Jesús en persona - podemos leer nuestras Biblias, y no solo escuchar las historias y acertijos de Jesús, sino también escuchar las explicaciones y correcciones que Jesús proveyó a sus discípulos.

11

En v 11 Jesús hace un contraste entre los discípulos y los demás: "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado."

Jesús tenía dos niveles de enseñanza en su ministerio:

  • El primer nivel fue para las multitudes: a ellos les enseñaba con acertijos y dichos indecifrables e historias de semillas y levaduras. La gran mayoría de las personas no hizo nada con estas enseñanzas. Salieron ellos entretenidos, tal vez aprendieron una o dos cosas acerca de la vida, pero no se les antojaba nada más.
  • Pero a los que, como los doce discípulos, venían con curiosidad y sed, los que respondieron a Jesús con fe y con compromiso, él los llevó al segundo nivel. Ellos tenían - tenían receptividad y obediencia - y él les dió más - les explicaba los misterios del reino de los cielos.

Esta frase "Los misterios del reino de los cielos" es un buen resumen del ministerio de Jesús:

Jesús predicaba la llegada del reino de los cielos - que Dios ha formado un nuevo gobierno para reemplazar el reino de Satanás, y todos los que quieren ser parte de este nuevo gobierno debe cambiar su ciudadanía espiritual y someterse a Jesús como el nuevo Rey

Y se llama 'los misterios' del reino porque el reino venía de manera oculta - llegó en la forma de un carpintero que nació en pesebre, que no tenía palacios ni ejércitos, que predicaba en parábolas misteriosas, y que desde la perspectiva humana parece - parece - haber terminado como fracaso, rechazado por su pueblo y ejecutado por los romanos.

El reino de los cielos, pero un reino misterioso.

Este versículo y los demás en nuestro pasaje demuestran la soberanía de Dios: Dios decide quién será salvo y quien no. Es algo que vemos una y otra vez en la Biblia: Dios escoge a Abraham y sus descendientes, y no a las demás naciones; Dios prefirió a Jacob y no a Esaú; lo vemos también en la historia de la iglesia hasta hoy: Dios mueve a ciertas naciones y a ciertas personas dentro de estas naciones a arrepentirse. No porque son las mejores personas, sino porque Dios los escogió y punto. Es su criterio.

No debemos responder que Dios es injusto por escogerme a mí a la salvación y no a mi bisabuelo, o por escoger a fulano y no a mí.

Dios no es injusto porque no hay personas dignas de la salvación, así que Dios no es obligado a salvar a nadie. Toda la humanidad se rebeló contra Dios en la caída. Dios en su justicia nos podría haber dejado a todos nosotros en las consecuencias de nuestros pecados. Si Dios ha decidido salvar a algunos, es por su pura gracia y misericordia. Y si es por su gracia, entonces Dios puede decidir a quienes y como y cuando, y no tenemos por qué quejarnos.

Y Dios ha decidido salvar a las personas con palabras y parábolas misteriosas, provocando la receptividad y curiosidad y sed de algunos, que se acercan para saber más y recibir la gracia que Dios les quiere extender. Y a los que no pueden ver que hay algo más profundo en estas historias de Jesús, a los que no pueden superar el escándalo de un Mesías humilde y crucificado, Dios los deja en el primer nivel del juego y no pasan al segundo nivel.

12-13

Versículos 12 y 13 son los versículos claves para nosotros hoy: queremos ver el propósito de las parábolas, y en estos dos versículos vemos el propósito:

Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más;
pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Por eso les hablo por parábolas:
porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

V 12 es un principio básico de la vida: los que tienen, adquieren más, y los que no tienen, pierden.

Lo puedes ver en el banco: si tienes mucho dinero en el banco, ganas interés y te invitan a invertir para que puedas ganar más. Pero si tu cuenta está casi vacía, te cobran multas y pierdes lo poco que tienes y hasta puedes quedarte debiendo al banco.

El mismo principio se aplica en toda empresa de la vida - en los ejercicios, en la música, en el dibujo, cuando aprendes un idioma: mientras más lo practicas, más avanzas, y descubres que se te hace más fácil cada vez. Pero si no sigues practicando y avanzando, te quedas estancado y empiezas a retroceder, y puedes hasta perder mucho de los avances que habías logrado, y más difícil te es regresar adonde habías llegado antes.

Lo mismo sucede en la dimensión espiritual. Los contemporáneos de Jesús escucharon el mensaje de Jesús. Algunos respondieron con receptividad, apertura, fe, obediencia, arrepentimiento. A ellos Dios les dio su perdón, la vida eterna, y todo el paquete. Pero hubo otros que rechazaron el evangelio. Prefirieron permanecer el Judaísmo, la religión del Antiguo Testamento. Y en nuestro pasaje Jesús les advirtió que aun lo que tenían, el Antiguo Testamento, les sería quitado.

Igual para nosotros:

  • Si en verdad no has creído el mensaje cristiano, Dios te está llamando. Si no entras a la vida eterna, algún día Dios te quitará aun la vida que tienes. Pero si entras, estarás salvo y recibirás mucho más.
  • Igual, puede ser que eres Cristiano con décadas en la fe, y Dios te está llamando a nuevos niveles de obediencia, pero estás tentado a quedarte donde en el kinder donde estás más cómodo. ¡No lo hagas! Es cierto que no puedes perder la salvación, pero sí perderás mucho: perderás el galardón que podría haber sido tuyo. Y además, comenzarás a retroceder en tu vida cristiana porque no quisiste avanzar hacia adelante. En la vida cristiana, o avanzas, o vas para atrás. No hay como quedarte fijo.

Lo más sorprendente viene en v 13:

En la versión de Mateo Jesús dice: les hablo [a las multitudes de afuera] por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden

En otras palabras, Jesús no les hablaba claramente porque no eran personas dispuestas a escuchar.

Pero escuchen la versión de Marcos. Cambia una palabra, y este cambio hace toda la diferencia: les hablo por parábolas: para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan;

O sea, que Jesús no les hablaba claramente precisamente porque quiso tapar sus oídos y sus ojos.

Para los que creemos, las parábolas son para revelar, comunicar, y enseñar. Nos enseñan cosas importantes. Pero para los que NO creen, las parábolas tienen el efecto contrario: ocultar la verdad, cegar los ojos y oscurecer el entendimiento de las personas.

Jesús enseñó en parábolas para abrir los corazones de algunos, y cerrar a otros. Las parábolas dan luz a algunos, y aumentan la oscuridad para otros.

Si no vienes a la Palabra de Dios con un corazón abierto, dispuesto, si la lees con los ojos y no con el corazón, la leerás pero la Palabra no producirá su efecto deseado en tí, y la Palabra misma te dejará más ciego de lo que eras antes de escucharla.

Los Evangelistas pusieron nuestro pasaje de hoy en medio de la Parábola del Sembrador y su explicación, porque tanto la parábola del sembrador y nuestro pasaje hablan de lo mismo, de la necesidad de la receptividad a la Palabra de Dios:

  • Hay personas que no responden a la predicación, y el diablo les quita la memoria de lo que oyeron. Regresan a su vida y se olvidan de la Palabra.
  • Y hay personas que empiezan bien, pero a lo largo las atracciones del mundo los distraen, o las dificultades de la fe los causan a marcharse. No terminan lo que empezaron, y pierden todo.
  • No todos son los que responden con una fe constante, una fe duradera que permanece hasta el fin y que produce el fruto de buenas obras.

14-15

En vv 14 y 15 Jesús cita las palabras de Dios al profeta Isaías. Son las palabras de la comisión de Isaías, al inicio de su ministerio.

En realidad, cuando comparamos la versión de Mateo, Marcos y Lucas con la profecía original en Isaías 6, vemos que la versión en Isaías es más severo.

Mateo escribe "Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos".

Pero la comisión de Dios a Isaías fue más severa: "Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos".

Dios llamó a Isaías para usarlo para cegar a su generación.

Jesús está diciendo que Dios le había dado la misma comisión a él que le había dado a Isaías. El pueblo de Israel nuevamente, como en el tiempo de Isaías, había endurecido su corazón. Y la predicación de Isaías, y de Jesús, era para confirmar a los duros en su endurecimiento, para endurecerlos más, y al mismo tiempo llamar al arrepentimiento a las pocas personas abiertas mientras tenían tiempo.

Me pregunto donde estamos nosotros. ¿Somos una iglesia abierta, recibiendo la Palabra con gusto, con corazones abiertos y con manos listas a ponerla en práctica? ¿O estamos al punto donde necesitamos este tipo de predicación severa, la predicación que viene por último, cuando el pueblo de Dios se ha quedado cómodo y contento y no quiere escuchar a su Dios? La predicación que endurece corazones ya endurecidos.

16-17

Pero Jesús no termina con lo negativo, sino con la bendición. En vv 16-17 Jesús pronuncia una bienaventuranza sobre los discípulos, y Mateo la incluye para que sea también una bienaventuranza nosotros los lectores de su Evangelio.

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Como dije antes, tenemos una gran ventaja sobre las multitudes en el tiempo de Jesús. Donde ellos solo escucharon las parábolas misteriosas, nosotros podemos leer el Evangelio y descubrir las explicaciones de Jesús.

Pero Jesús dice algo más grande que esto: Jesús dice que tenemos una ventaja sobre los profetas y héroes de la Biblia habrían tenido envidia de nosotros. Nosotros podemos ver y entender cosas que no fueron predicadas a ellos. Tenemos acceso en nuestros Nuevos Testamentos a una gran base de datos de la revelación divina que ellos jamás tuvieron.

Hebreos 11 lo pone de esta manera:

Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.

Pedro en su primera carta dice algo similar:

Los profetas, que anunciaron la gracia reservada para ustedes, estudiaron cuidadosamente esta salvación... A ellos se les reveló que no se estaban sirviendo a sí mismos, sino que les servían a ustedes. ...Aun los mismos ángeles anhelan contemplar esas cosas.

¡Qué hermosa descripción…de nosotros! Pedro dice que los profetas eran nuestros chachos, y que hasta los ángeles tienen envidia de nosotros.

Hemos recibido bendiciones que Abraham y Moisés y Samuel y David y Jeremías sólo pudieron imaginar. Tenemos en nuestras manos no solo uno sino cuatro testimonios de la vida de Cristo. Tenemos las epístolas que nos explican acerca de la salvación. Y en Apocalipsis podemos leer descripciones de los últimos tiempos, con instrucciones de cómo prepararnos ahora mientras los esperamos. Todo esto y más tenemos en nuestro Nuevo Testamento, si solo hacemos el pequeño esfuerzo de abrirlo y estudiarlo. Un sin fin de comunicaciones del Dios soberano a nuestras manos.

La ventaja es nuestra. La pregunta es, ¿Qué haremos con ella?

Conclusión / aplicación

Para concluir, hermanos, la palabra clave de Mateo 13 es 'oir.' Aparece nueve veces en nuestro pasaje. En el versículo justo antes de nuestro pasaje, Jesús dice,

El que tiene oídos para oír, oiga.

Y bien sabemos que en la Biblia, oír significa responder. Si no respondes, es porque no has oído bien. Las palabras han entrado por un oído y han salido por el otro.

Hemos escuchado palabras severas, asombrosas, en este pasaje. Las personas que rehusan oír, los que rehusan usar sus oídos, perderán el uso de esos oídos, y llegarán a ser espiritualmente sordos. En una ironía trágica, el sonido de la Palabra, el sonido que debe despertar a sus oídos, más bien tendrá el efecto contrario y los tapará.

Pero hermanos, el pecado y la condenación no tienen la última palabra. El llamado de Jesús, que nos llama a oir, a hacer caso, a prestar atención, a fijar nuestra mirada, sigue en vigencia. Mientras tanto, no perdemos la esperanza para nadie. Hay tiempo para todos, de dar la vuelta y oír y responder.

Las películas hablan de las personas que son 'duras de matar', pero quiero sugerir que hay personas al otro extremo, personas duras de revivir. Ay de la persona dura de revivir. No seamos así, sino seamos personas receptivas y abiertas a la Palabra de Vida.

Y habiendo oído y respondido, también es tiempo de predicar, para que otros puedan escuchar y responder también.

El que tiene oídos para oír, oiga.

Y después de haber oído, que predique y transmita, para que otros puedan oír y responder también.

(oración)