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Según los reformadores, la ley de Moisés contenida en el Pentatéuco tiene tres usos en la vida del Cristiano. Juan Calvino reconocía los tres usos, pero Martin Lutero sólo reconocía los primeros dos usos.


La función civil

La ley restringe el pecado y promueva la justicia civil.


La función pedagógica

La ley muestra a la humanidad su pecado. Hay tres partes de esta función:

  • La función cognitiva: La ley tiene la función de hacernos consciente de nuestro pecado y su pena (Ro. 3.20b, 7.7b, Gl. 3.19). La ley define al pecado y lo aplica a nuestra cuenta.
  • b. La función convertativa: La ley transforma un pecado en un hecho definido de transgresión. El pecado es más culpable cuando los que saben mejor lo cometan, porque es una traición consciente a una ley conocida (Ro 5.13, 4.15, v. t. Amos 3.1-2).
  • c. La función catalítica: La ley causa o provoca el pecado. La ley despierta al pecado en nosotros, y aumenta la cantidad de pecados que cometemos (Ro 7.5, 7.8-11; Ro 5.20, 1 Co 15.56). La ley despierta nuestra fascinación con lo prohibido. Escuchamos que algo es prohibido, y el hecho de saber que es prohibido aumenta nuestro deseo de hacerlo.

La función normativa

La ley es una guía para la conducta del Cristiano (Ro 3.31, 8.4, 13.8-10; Gl 5.14, 6.2; Ef. 6.2).