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Textos bíblicos acerca de la autoridad de la predicación

Hay muchos textos bíblicos que enfatizan que los profetas y los apóstoles (y por extensión, todos los que son llamados para predicar la Palabra de Dios) hablan en nombre de Dios. Por un lado, este hecho presta autoridad a sus palabras. Sus oidores deben tomar muy en serio sus palabras.

  • «El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.» (Lucas 10.16a y el texto paralelo, Mateo 10.40)
  • «Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros;» (2 Corintios 5.20)
  • «cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.» (1 Tesalonicenses 2.13)

Por otro lado esta autoridad exige que los predicadores sean fieles al mensaje que han recibido de Dios y no usen su oficio o el púlpito para predicar sus propias opiniones personales:

  • «Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.» (Jeremías 23.16)
  • «El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.» (Jeremías 23.28)

Observaciones acerca de la autoridad de la predicación

No predicamos las Diez Sugerencias sino los Diez Mandamientos.

Fuente: Don Kistler, Feed My Sheep, 117.