Hay muchos textos bíblicos que enfatizan que los profetas y los apóstoles (y por extensión, todos los que son llamados para predicar la Palabra de Dios) hablan en nombre de Dios. Por un lado, este hecho presta autoridad a sus palabras. Sus oidores deben tomar muy en serio sus palabras. Por otro lado esta autoridad exige que los predicadores sean fieles al mensaje que han recibido de Dios y no usen su oficio o el púlpito para predicar sus propias opiniones personales: No predicamos las Diez Sugerencias sino los Diez Mandamientos. Fuente: Don Kistler, Feed My Sheep, 117.Textos bíblicos acerca de la autoridad de la predicación
Observaciones acerca de la autoridad de la predicación