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1:8-19Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre
y no abandones la enseñanza de tu madre,
porque adorno de gracia serán en tu cabeza,
y collares en tu cuello.
Hijo mío, si los pecadores intentan engañarte,
no lo consientas.
Si te dicen: “Ven con nosotros,
pongamos asechanzas para derramar sangre,
acechemos sin motivo al inocente;
los tragaremos vivos, como el seol,
y enteros, como los que caen en la fosa;
hallaremos toda clase de riquezas,
llenaremos nuestras casas con el botín.
Ven, une tu suerte a la nuestra
y hagamos una bolsa común entre todos”,
tú, hijo mío, no vayas en el camino con ellos,
sino aparta tu pie de sus veredas,
porque sus pies corren hacia el mal,
se apresuran a derramar sangre.
En vano es tender una red
ante los ojos del ave,
pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,
contra sí mismos tienden la trampa.
Así son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
la cual quita la vida de sus poseedores.
13:20El que anda entre sabios será sabio,
pero el que se junta con necios saldrá mal parado.
18:24El hombre que tiene amigos debe ser amistoso,
y amigos hay más unidos que un hermano.
25:19Como diente roto y pie descoyuntado
es confiar en un prevaricador en momentos de angustia.

Fuente: estudio personal del autor. Texto bíblico: Reina Valera Revisada (1995) Bible Text (Miami: Sociedades Biblicas Unidas, 1998).