Estructura Este salmo es uno de los salmos de las subidas, los que cantaban los peregrinos en rumbo a Jerusalén. Este salmo hace un contraste entre la ambición humana que desea ser, hacer y tener más, con la esperanza en Dios. Nuestro futuro está en las manos de Dios, y podemos confiar en él en lugar de afanarnos y guardar deseos ambiciosos en nuestros corazones. Versículo 1 usa una figura vertical, de ver hacia arriba. Parece hablar de la soberbia, y la NVI lo traduce así, pero al comparar v. 1 con vv. 2 y 3, parece que el salmo habla de la ambición, no del orgullo. Las cosas grandes y sublimes se refieren a las cosas que son más allá de nuestra comprensión. El salmista reconoce los límites de sus posibilidades intelectuales. No niega la importancia de aprender lo que se puede. Pero sí reconoce las cosas que están fuera de su alcance. El salmista reconoce su lugar y no trata de traspasar los límites que Dios ha puesto alrededor de él. En v. 2 el corazón humano se describe como un niño. La idea es que el corazón tiene que ser destetado de sus deseos ambiciosos como un niño es destetado por su madre. (La NVI usa otra figura, la de un niño amamantado, es decir, tranquilo porque ya tomó de la leche de su madre). San Agustín dice en el primer párrafo de sus Confesiones, "está inquieto nuestro corazón hasta que descanse en Vos." Versículos 1-2 afirman el contentamiento, el dominio propio, y la abnegación. Versículo 3 afirma la esperanza y confianza en Dios. La esperanza tiene que ver con el futuro, igual que la ambición. Pero donde la ambición trata de conseguir al futuro por el esfuerzo, la esperanza pone el control en las manos de Dios. Preguntas para la aplicación personalv. Función Resumen Dirigido a 1 Afirmación No soy ambicioso a Dios 2 Afirmación He calmado mi corazón a Dios 3 Imperativo ¡Pon tu esperanza en Dios! a Israel